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sábado, 12 de enero de 2013

El complot contra Petro: los enemigos no perdonan


El país observa, algunos con morbo de complicidad y otros con indiferencia, cómo se teje la red de uno de los más abominables complots políticos de los últimos años: tumbar a Gustavo Petro de la Alcaldía Distrital de Bogotá. Los grandes medios del país no hablan de otra cosa que su revocatoria y nunca en la historia del país un problema de recolección de basuras (que pasa a veces en todas las grandes y pequeñas ciudades) recibe tanto despliegue que se convierte en la punta de lanza para moverle el piso a un alcalde. Para la mayoría de gobernantes del país se ha exigido espera y paciencia, aun para Juan Manuel Santos, cuya locomotora todavía no arranca pese a que lleva la mitad de su gobierno. 

Con Petro se ha sido implacable como lo fue la campaña en su contra de Peñalosa, quien pagó miles de anuncios en emisoras locales de Bogotá para desprestigiar su nombre durante la contienda preelectoral a la Alcaldía de Bogotá.

A muchos no les sorprende y más bien veían venir esta andanada de esfuerzos para tumbarlo, lo que sorprende y causa asco es cómo se han agavillado distintas fuerzas para que Bogotá vuelva a ser lo que era: es decir, la Bogotá de Samuel Moreno. Es que Petro, aunque fue elegido por un número de electores de la ciudad más madura políticamente del país, es uno de los colombianos con más enemigos, un objetivo al que se apunta desde varias trincheras, desde la derecha y desde la izquierda. Una de ellas es desde el uribismo y el paramilitarismo, no olvidemos que fue Petro quien denunció en el Congreso las repugnantes alianzas entre políticos, militares y paramilitarismo, lo que desencadenó el más grande escándalo que ha llevado a casi la mitad del Congreso de Álvaro Uribe a la cárcel. Por otra parte, Petro fue quien tuvo la valentía de revelar al país la olla podrida de la contratación en Bogotá que tiene en prisión a Samuel Moreno y a contratistas como los Nule y a Emilio Tapias. 

Por esto se ha ganado de enemigo tanto a los grandes contratistas del país como sus excompañeros de Polo Democrático, muchos de los cuales no entienden cómo un miembro del partido fue quien sacó a relucir los trapos sucios de Samuel Moreno. Arrebatarles a las mafias de la contratación el tema de las basuras ha hecho que Petro se convierta en el enemigo número uno de los grandes contratistas privados de Bogotá, y a esos “sí les pesa la cola”. 

Santos lanzaría bengalas si cae Petro, fue este quien más denunció los ‘falsos positivos’ que salpican al hoy presidente, además, Santos se muere por ver a Gina Parody en la Alcaldía, quien es otra que quiere pasarle a Petro cuenta de cobro por haberla derrotado en las urnas. 

Algunos cachacos no le perdonarían que sea costeño, otros como el inquisidor que tenemos como procurador que tenga ideas liberales y progresistas como las libertades a la comunidad LGBTI y quien ya comenzó la cacería de Petro inhabilitando a su secretario de Gobierno. Los grandes monopolios del país que también participan de la gran contratación en Bogotá y son los dueños de los grandes medios ven a Petro como un enemigo, ha sido un permanente denunciante de la inequidad y el crecimiento del latifundismo, de las mafias que financian campañas para luego disfrutar de prebendas para sus empresas. 

Caracol, RCN y El Tiempo nunca estarán del lado de Petro, sus dueños lo odian. Los concejales de Bogotá, acostumbrados muchos a las lisonjas y lentejas del poder, tampoco le perdonan a Petro haber querido instaurar un régimen de independencia de poderes. 

Pero por lo que más odian a Petro es lo más preocupante, no le perdonan haber sido guerrillero. Aunque han rastreado su hoja de vida, aunque Petro fue el colombiano más espiado por el DAS convertido en tenebroso aparato secreto de Uribe, solo han podido encontrar una acusación por porte ilegal de armas en sus tiempos de alzado en armas. Y eso que cuando Petro hizo parte del M-19, la guerrilla en el imaginario del pueblo era una propuesta muy distinta al demencial estilo que se repudia hoy en las Farc. 

Lo que preocupa es que en momentos en que se negocia una salida pacífica al conflicto armado de más de 50 años en el país, cuando el presidente y los políticos se esfuerzan en que la guerrilla entienda que pueden concretizar su ideal a través de las urnas y no con las balas, a Petro no se le haya podido perdonar su paso por la insurgencia. El pasado, pero mucho más, los enemigos no perdonan. Si cae Petro, sería el peor mensaje para el proceso de paz y reconciliación en Colombia. La valentía política de Gustavo Petro está a prueba una vez más.


TOMADO DE DIARIO DEL NORTE - LA GUAJIRA